jueves, 28 de enero de 2010

A día de hoy - Punto Radio

Después de más de dos semanas en blanco (últimamente no me pasa nada interesante), hoy por fin de me decidido a escribir. El motivo es anunciar mi próxima participación en el programa de radio "A día de hoy", en Punto Radio.
En principio, participaré de vez en cuando para hacer comentarios sobre Japón: decir qué tiempo hace, qué ha pasado interesante por aquí ultimamente, etc. No me van a entrevistar ni nada parecido, ni me han elegido por mis éxitos profesionales o amorosos: sencillamente quieren charlar de vez en cuando con alguien que vive en Japolandia.
Y ahora os estaréis preguntado "¿y cuándo podemos escucharte?". Pues el próximo Martes a las 5:30 de la mañana. Me imagino que tras saber la hora, la mayoría ya os habéis rajado (la mayoría significa todos menos mamá). De todas maneras, creo que el programa se puede escuchar en Internet en diferido, así que salvo que haga el ridículo, ya os diré cómo oírlo.
¡Un saludo!

domingo, 10 de enero de 2010

Avatar: el cine en 3D

Quizá alguno de vosotros recuerde que en un p abellón de la Expo de Sevilla de 1992 (no sé si el de Canadá, el de Medio Ambiente u otro) había una película en 3D de unos 15 minutos. Con las gafas con un ojo rojo y el otro azul se podía ver como un hombre con un traje protector usaba un palo para remover un vertido tóxico y a continuación nos lo ponía en la cara a todos los expectadores.
Años después, atendí en Londres a un documental sobre el Titanic, también en tres dimensiones.
Por último, en dos Disneyland distintos he atendido a "Cariño, he encogido al público", en el que las tres dimensiones se combinan con otros efectos para dar la sensación de que el público esta inmerso en la película.
Hasta este momento, ninguna de las películas había sobrepasado los 20 minutos. Hasta hace dos semanas.
En mi feliz ignorancia, desconocía que el cine en 3D ya no se reduce a pequeños fragmentos cinematográficos aleatorios, sino que varias películas recientes (y famosas) pueden ser vistas tanto en dos como tres dimensiones.
Tras tal descubrimiento, decidí probar la experiencia. La película elegida fue Avatar (una especie de aventura ecológica en un mundo lejano en un futuro también lejano). No me dentendré a comentar los detalles de la película, entretenida pero que no marcará un hito en mi experiencia cinematográfica.
La experiencia tuvo dos caras. Al principio, y en algunos momentos puntuales, las 3D resultaban impresionantes. Ver al protagonista recorriendo un pasillo hacia la cámara, y efectivamente estando cada vez más cerca, es cuanto menos curioso. Y las batallas, con monstruos saltando encima de naves, explosiones, etc, me parecieron una maravilla.
Por otro lado, las gafas se hacían pesadas con el paso de los minutos. Además, debido a que los cristales eran grises, la película se veía bastante oscura: al final, Riku acabó bastante cansada y yo tenía migraña (menudo par de delicados que somos, ¿verdad?).
En resumen, me pareció una experiencia única e irrepetible (creo que ya pregunté en un post, irrepetible significa que no lo vas a repetir, ¿no?). A todos los que nunca hayáis ido a una película en 3D, os recomiendo probarlo con una que esté llena de efectos especiales. Y a los que ya lo hayáis probado, ¡espero que me deis vuestra opinión!
¡Un saludo y hasta pronto!

sábado, 2 de enero de 2010

Rebajas en Japón y bolsas sorpresa

En preparación para mis tareas como futuro marido, he pasado el día de hoy en las rebajas con Riku. Sé que muchos estaréis decepcionados, porque en esta entrada no os voy a deleitar con nuestras aventuras pasadas o futuras. Sin embargo, si quiero hablar de una cosa que me sorprendió en Japón: las bolsas sorpresa.
(Nota del autor: no estoy diciendo que esto sea exclusivo de Japón, sino que es aquí en Japón donde he descubierto la existencia de dichas bolsas).
Las bolsas sorpresas son, basicamente, una bolsa, bolso o maleta con diferentes prendas en su interior. El valor de la ropa por separado es (supuestamente) mucho más elevado que lo que se paga por la bolsa sorpresa. Normalmente, este tipo de bolsas las compran mujeres de estatura mediana (porque todo el contenido es talla M) que son ardientes fans de la tienda, o bien aquellas que quieren empezar a vestirse con el estilo de esa tienda y quieren un "kit de aprendizaje" no demasiado caro.
Además, yo me he tomado la libertad de clasificar las bolsas en diferentes tipos:
- Según el nivel de sorpresa:
1. Sorpresa a medias: Mediante un folleto o cartel, se informa del contenido aproximado de la bolsa. Por ejemplo, se dice "un vestido, un gorro y una falda o pantalón corto".
2. Sorpresa que te mueres: No tienes ni pajolera idea de lo que hay dentro.
- Según el continente:
1. Bolsa. Muy cutre. ¡Buuuuuuu!
2. Bolso. Mejor. Da igual que el contenido sea una porquería. ¡Al menos te queda el bolso!
3. Otros. Chachi piruli. En realidad, sólo conozco un "otro", y es una maletita de viaje... ¡pero es para quedarse sin habla!
- Exclusividad:
1. Normales y corrientes. Cualquier vago puede comprarlas en cualquier momento, sin sufrimiento ni esperas.
2. Edición limitada. Se caracterizan por necesitar madrugón y una espera de aproximadamente una hora haciendo cola. El contenido es mucho mejor que el de las normales y corrientes pero, sorpresivamente, ¡cuestan lo mismo!
Llegados a este punto os estaréis preguntando... ¿y qué es esa maleta rosa a la derecha de este chorro de texto que te ha dado por escribir hoy? Pues ese es mi regalo de Navidad/Reyes (a día 2 de Enero, no se a cuál asignarlo) para Riku. Se trata de una bolsa sorpresa 1.3.2, es decir, que el contenido es medio conocido, viene en una maleta y es de edición limitada.
En el panfleto de la izquierda podéis ver el contenido aproximado: seis pedazos de tela, de los cuales cinco se sabe aproximadamente lo que son (el modelo o color puede cambiar) y el otro puede ser cualquier cosa. Los que sepáis japonés podéis regodearos en los detalles ;)
En concreto, esta maleta costó 10000 yenes (unos 75 euros). El coste que los sabios de la tienda le atribuyen es más de 50000 yenes (unos 375 euros, para aquellos que os hayáis olvidado la calculadora). Tras ojear el contenido y atribuyendo un valor simbólico a lo que me pareció una porquería, mi ojo experto le atribuyó un valor de entre 15000 y 20000 yenes (venga, por si acaso, entre aproximadamente 100 y 150 euros).
Y esto es lo más sorprendente: incluso después de ajustar los precios a la realidad, la bolsa vale la pena. Y así, finalmente, conseguí la respuesta a la pregunta que me llevaba haciendo desde hace bastante tiempo: ¿para qué puñetas hacer cola para comprar algo que ni siquiera sabes que es?
Espero que mis reflexiones os hayan parecido interesantes. ¡A mi, desde luego, ni lo más mínimo!
¡Un saludo y hasta pronto!