A estas alturas, creo que no queda ser humano en el mundo civilizado que no haya oído hablar del iPad. Este artilugio, cuya utilidad es todavía un misterio para mí, se ha vuelto extremadamente popular en el mundo mundial.
Siguiendo con la tradición Segura-Domínguez de comprar los juegos de la GameBoy en Gibraltar en pack pirata 80-en-1 (GameBoy que me regaló Merche por mi comunión, aún no se me ha olvidado), de seguir utilizando cada ordenador nuevo durante siglos reemplazando lo que se rompa por piezas nuevas de PC-Box (hasta que tenemos ordenadores-zombie con prótesis multicolores) y de llevar a casa los muebles que otros han tirado al contenedor de la basura (¡si es que estaban nuevos!), me he decidido a llevar a cabo uno de las grandes adquisiciones que identifican a nuestra familia: me he comprado una copia china del iPad.
Entre las cosas que se pueden hacer con mi iPad-copia están leer documentos, leer el e-mail, ver vídeos en YouTube y jugar a juegos sencillos. Es el doble de pequeño que el iPad, cinco veces más lento y diez veces más barato, pero en resumen los dos sirven para lo mismo: para nada.
Como anécdota, mi jefe me pidió que le comprara otro a él, así que en mi departamento el partido "iPad" contra "iPad-copia" va ahora mismo 0-2.
Os dejo aquí un vídeo para enseñaros las (in)utilidades de mi iPad-copia, y también la reacción de Kiwi oyendo su propio vídeo de YouTube. ¡Intentad seguir los movimientos de su cabeza!
(Por cierto, ese sonido que parece un pájaro que se oye mientras uso el iPad-copia es Kiwi intentando llamar nuestra atención=.